Entrevista a Karen Holl, profesora de Estudios Ambientales en la Universidad de California, Santa Cruz.
¿Por qué los ecosistemas y los bosques son tan importantes para el cambio climático, y cómo pueden ayudar a combatirlo?
Los bosques y otros ecosistemas almacenan una gran cantidad de carbono por encima y por debajo del suelo. Lo más importante que podemos hacer no es plantar árboles, sino mantener en pie los bosques existentes y otros ecosistemas. Los bosques contienen mucho carbono, no solo los árboles visibles, sino también el suelo y las raíces debajo de la tierra, por lo que, por ejemplo, los humedales y las turberas almacenan una enorme cantidad de carbono, mientras los bosques de manglares, que son humedales con árboles, tienen algunas de las concentraciones más altas de carbono. Deberíamos mantener esos bosques y ecosistemas existentes, no solo porque almacenan carbono, sino porque lo hacen ya mismo, mientras que si plantamos árboles, tendremos que esperar. Además, los bosques albergan una gran cantidad de biodiversidad, y nunca podremos reconstruir los ecosistemas tal como ya son ahora. Por estos motivos, es mucho mejor mantener ecosistemas existentes.
¿Todas las especies de árboles almacenan la misma cantidad de dióxido de carbono?
La cantidad de carbono que almacena un árbol depende de su especie. En general, los árboles que crecen muy rápido tienden a tener madera menos densa, por lo que pueden secuestrar el carbono más rápido, pero no lo retienen tanto, mientras que, por otro lado, los árboles más viejos crecen más lentamente pero a largo plazo, y probablemente secuestran más.
Así que depende del tipo de árbol y del tamaño al que crezca. Se presta mucha atención al carbono de la superficie, pero deberíamos fijarnos más en lo que sucede debajo del suelo, ya que algunas especies arrojarán muchas hojas y madera que introducen carbono en el suelo, y también hay carbono almacenado en las raíces. Hay muchos procesos en marcha.
En caso de un incendio forestal, ¿qué sucede con el carbono almacenado en los árboles?
Cuando un árbol se quema, el dióxido de carbono regresa a la atmósfera, salvo que quede almacenado en forma de madera carbonizada en el suelo. En un incendio forestal, a menudo quedan árboles en pie que no se queman, dependiendo de la intensidad del incendio. Si el fuego no es muy intenso, incluso puede servir para despejar el sotobosque, y así los árboles bien adaptados al fuego crecen más. Así que depende del tipo de ecosistema en el que se encuentre el incendio, pero en cualquier caso hay mucho carbono que sube a la atmósfera, especialmente si se matan los árboles y los arbustos y, a medida que los incendios se vuelven más intensos, más dióxido de carbono se está devolviendo a la atmósfera.
Hay políticos y líderes del mundo de la empresa que plantean como solución rápida y sencilla al cambio climático la plantación de millones de árboles. ¿Qué opinas de ello?
Opino que no, que no es una solución sencilla. En primer lugar, no podemos evitar el cambio climático con solo plantar árboles. Nuestra situación es muy grave, por lo que debemos hacer todo lo que podamos y aplicar todas las estrategias disponibles, desde luego, pero la estrategia principal debe ser reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. Debemos reducir los viajes, lograr la transición a la energía verde y consumir menos carne de vacuno, ya que la ganadería es fuente de metano y fomenta la tala de bosques para pastos. En resumen, debemos reducir drásticamente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero y no podemos simplemente plantar árboles en lugar de hacer eso. Debemos plantar árboles como herramienta adicional, entre otras, que podemos emplear para frenar el cambio climático.
En segundo lugar, lo más importante es proteger los ecosistemas existentes. Se plantan árboles en el bosque atlántico brasileño, pero al mismo tiempo se está talando el Amazonas. Tenemos que proteger ese bosque. Lo mismo sucede en Estados Unidos, donde, mientras plantamos árboles en otros lugares, se habla de talar bosques primarios en Alaska, aunque la prioridad debería ser proteger esos bosques existentes, además de restaurar y reforestar otras zonas.
Tercero, la plantación de árboles es más complicada de lo que parece. Tenemos que hacerlo bien, decidiendo dónde plantar, formando una visión a largo plazo e incluyendo a los grupos de interés.
¿Qué condiciones debe cumplir la plantación de árboles para que sea eficaz en la lucha contra el cambio climático?
Para plantar árboles correctamente, debemos incluir a las comunidades y elegir el lugar adecuado para asegurarnos de que los árboles sobrevivan y crezcan, lo que significa buscar zonas antiguamente cubiertas de bosques, no de praderas. Hay cierto temor, por ejemplo, a la idea de plantar en zonas muy al norte, por el albedo, es decir, la reflectividad de la superficie terrestre. En el norte de Canadá, por ejemplo, u otras zonas nevadas, gran parte de la radiación solar se refleja durante el invierno, por lo que, si plantas árboles, la superficie se oscurecerá y al final se puede causar calentamiento. Esa es una de las razones de centrar la reforestación en los trópicos y en las zonas templadas bajas, porque no tiene ese efecto indeseado.
Se habla de plantar árboles, pero creo que deberíamos hablar más de hacerlos crecer. Para lograr todos los efectos deseados del cultivo de árboles -secuestro de carbono, conservación de la biodiversidad, suministro de agua,…-, los árboles deben sobrevivir y crecer. Los equipos de forestación no solo deben pensar en cuántos árboles plantan, sino también en cuántos árboles quedarán vivos transcurridos cinco o diez años. Al mismo tiempo, hay una obsesión por plantar árboles, pero, en muchos casos, dependiendo del ecosistema, los árboles se regeneran solos, por lo que realmente no es necesario plantarlos.
Si se pretende plantar árboles, son de vital importancia los grupos de interés, y los proyectos deben ser liderados por las comunidades locales. Cuando vienen a plantar árboles las organizaciones internacionales, si la población local no está convencida y no se les compensa por la pérdida de ingresos de sus tierras, no van a mantener el bosque. En algunos casos, la plantación de árboles incluso ha empeorado los conflictos sociales. Y hay muchos ejemplos de plantación de árboles que no se han mantenido a largo plazo, por lo que la inversión queda en nada. Las preguntas importantes, por tanto, serían: ¿Cómo participarían los grupos de interés locales? ¿Por qué querrían participar? ¿Y cómo obtendrían compensación económica de este proyecto?
Una de mis mayores preocupaciones es que muchos de estos proyectos tienen un recorrido de uno o dos años, pero los árboles tardan mucho más en crecer. Vamos a pagarle a la gente para plantar árboles, pero, una vez plantados, ¿cómo obtendrá la población un rédito económico de la tierra? ¿Cómo se benefician? Depende del sistema: se puede introducir la agrosilvicultura, o los llamados sistemas silvopastoriles, en los que el ganado pasta entre los árboles o se realizan otras modalidades de agricultura forestal. Pero si no se hace así, la población se queda sin medios productivos y ¿adónde van a ir? ¿Cuál será su medio de vida alternativo? ¿Van a talar el bosque en otra parte? Es lo que llamamos “fuga” o “desplazamiento”, es decir, se plantan árboles en un lugar y luego la población tala el bosque en otro lado, por lo que el proyecto tiene un impacto absolutamente opuesto al deseado.
Has investigado sobre restauración forestal en lugares como Costa Rica. ¿Que has aprendido?
He trabajado en Costa Rica durante mucho tiempo, donde hemos estado plantando núcleos de árboles para permitir que el bosque se recupere de forma natural a través de un proceso llamado “nucleación aplicada”, mediante el cual los núcleos de árboles se extienden con el tiempo, creando así un bosque más heterogéneo que atrae a distintas especies de aves y murciélagos. Eso, a su vez, se extiende con el tiempo y facilita la recuperación forestal. Nuestros resultados después de 18 años muestran que, de hecho, los núcleos de árboles que plantamos (alrededor del 25 % del área) atraen pájaros y murciélagos que dispersan semillas de árboles del bosque tropical, por lo que el método facilita la recuperación tanto como la plantación convencional, pero solo tuvimos que plantar un 25%.
Pero esta estrategia no funciona en todas partes. Por ejemplo, uno de mis colegas de España, José María Rey Benayas de la Universidad de Alcalá, hizo un experimento plantando lo que él llama “islotes forestales”, que son núcleos de plantación de robles. Pero, 21 años después de haber sido plantados, estos núcleos arbóreos apenas se habían extendido porque, como descubrimos, los conejos se comían las plántulas de los árboles en los bordes de cada islote. Por tanto, se necesitan diferentes estrategias según el lugar donde se trabaje.
Otra cosa que hemos estado haciendo en Costa Rica es comparar nuestras parcelas que están al lado del bosque con otras que están en el paisaje agrícola, para ver si la proximidad a los bosques existentes es importante para la recuperación forestal. Sorprendentemente, descubrimos que no tiene un gran impacto, en parte porque, en este paisaje en particular, hay muchos árboles en el entorno agrícola y parecen proporcionar fuentes de semillas y facilitar el movimiento de especies animales. Así que estar cerca del bosque remanente afecta la flora y la fauna en los núcleos restaurados, pero menos de lo que cabría esperar, si bien creo que el resultado sería muy distinto en un paisaje donde no hubiera tantos árboles en el entorno agrícola.
¿Qué opinas sobre la modificación genética de plantas/árboles para aumentar su capacidad de almacenamiento de carbono?
Es una idea interesante que tiene sentido. Los ecologistas suelen ser reacios a la modificación genética de organismos, pero mi actitud es que debemos proceder con cautela: después de todo, llevamos injertando y modificando árboles durante cientos de años. Debemos tener cuidado de que los árboles modificados no sean invasivos y que no estemos haciendo nada arriesgado, pero debo decir que sí tiene sentido.
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