Aunque todavía es mucho lo que nos falta por conocer sobre la evolución humana, hoy sabemos que al menos diez u once especies de nuestro género han caminado sobre la Tierra, y que probablemente nuestra propia especie ha convivido con más de una de ellas. De esto último tenemos la certeza en el caso de los neandertales, nuestros misteriosos parientes nativos euroasiáticos que desaparecieron hace unos 40.000 años, y que sin embargo en cierto modo siguen presentes en nuestros genes. Hoy la palabra “neandertal” se utiliza como un insulto para designar a alguien zafio, grosero o ignorante. Pero frente a esta imagen clásica de brutos semidesnudos, los hallazgos más recientes los dibujan como un pueblo mucho más parecido a nosotros de lo que creíamos. Repasamos aquí cómo eran, según la ciencia actual.
Más corpulentos, pero no muy distintos
Algunas reconstrucciones modernas, como la del Neanderthal Museum en Alemania que muestra a un hombre neandertal vestido con traje de chaqueta, nos presentan a un individuo algo diferente de nosotros pero inequívocamente humano. No obstante, se diferenciaban en claros aspectos físicos: su complexión era más robusta y musculosa; su estatura menor que la de los humanos actuales y su cráneo más grande y aplanado, con la frente y el mentón proyectados hacia atrás, y cejas y nariz prominentes. Sus grandes fosas nasales quizá facilitaban la aspiración de aire para la actividad física intensa y lo calentaban en los climas fríos. Su dentadura era característica, algo distinta de la nuestra y de la de otras especies humanas. En resumen, físicamente eran fuertes, bien adaptados a un entorno frío y hostil.
Un cerebro más grande, pero quizá menos capaz
Frente a su clásica imagen primitiva, lo cierto es que los neandertales tenían un cerebro ligeramente más grande que el nuestro, correspondiente a su mayor caja craneal y proporcionado a su corpulencia. Pero esto no implica que tuviera un desarrollo similar al nuestro: utilizando organoides cerebrales —diminutas masas de neuronas creadas in vitro a partir de células madre y que simulan el desarrollo del cerebro—, un grupo de investigadores encontró que la versión neandertal de un gen llamado TKTL1 produce menos neuronas en el neocórtex, la región asociada a los procesos cognitivos superiores. Otro experimento descubrió que las células precursoras de estas neuronas funcionaban peor en los neandertales.
¿Hablaban?
Algo que nunca podremos saber con certeza es si los neandertales llegaron a manejar un lenguaje tan articulado y rico como el nuestro. La secuenciación del genoma neandertal reveló que compartían con nosotros ciertos cambios evolutivos en el gen FOXP2, implicado en el desarrollo del lenguaje; si bien también existen diferencias en este y en otros genes relacionados con el habla. En cuanto a los rasgos anatómicos necesarios, los huesos hioides —en el cuello, sobre la laringe— y del oído eran similares a los nuestros, y las reconstrucciones por computación indican que el aparato vocal podía ser similar al de los humanos modernos. Sin embargo, este es un debate que aún no se ha cerrado, aunque numerosos investigadores apoyan la idea de que la complejidad de sus actividades no habría sido posible sin un lenguaje que les permitiera una comunicación avanzada.
Artesanos hábiles, pero poco innovadores
La habilidad de los neandertales como fabricantes de herramientas quedó revelada con el hallazgo de las primeras piezas en el siglo XIX. La industria lítica que practicaban, llamada Musteriense, incluye numerosos útiles y puntas, si bien aún se discute si tenían armas arrojadizas. Algunos investigadores apuntan que quizá su armamento era menos sofisticado que el de los sapiens, y que esto pudo marcar una diferencia en las batallas entre ambos grupos. Pese a todo, algo que intriga a los expertos es que en más de 100.000 años no se observan innovaciones en su tecnología. Un estudio sugería que, tal vez, si las comunidades eran pequeñas, las enfermedades de la vejez dificultaban la transmisión del conocimiento.
Constructores, cazadores, pescadores y ¿artistas?
Se sabe que los neandertales confeccionaban ropa con pieles de animales, utilizaban brea de abedul como adhesivo, dominaban el fuego, construían hogares para sus fogatas y cocinaban. Se han encontrado restos de construcciones más complejas: en la cueva francesa de Bruniquel se han hallado círculos fabricados con fragmentos de estalagmitas, cuya función original se ignora, pero que sugieren un posible significado ceremonial. Un yacimiento en Ucrania contiene abundantes huesos de mamut que, según los investigadores, formaban parte de la estructura de una vivienda. Además, por supuesto cazaban, pescaban en el mar y en los ríos, y grababan patrones y posiblemente pintaban en las paredes de las cuevas.
El pensamiento neandertal
Uno de los grandes debates sobre los neandertales es si poseían pensamiento simbólico o capacidad de abstracción, un rasgo asociado a la inteligencia superior de los humanos modernos. Las pruebas se buscan en el arte, el uso de ornamentos, los enterramientos o la música, pero la discusión aún no se ha zanjado. Se sabe que enterraban a los muertos, pero se desconoce el propósito real de esta práctica, tanto como el de los posibles ejemplos de arte. Un caso peculiar es el de la flauta de Divje Babe, un pedazo de fémur de oso hallado en 1995 en Eslovenia y que presenta dos agujeros espaciados. Algunos investigadores proponen que se trata de un verdadero instrumento musical, el más antiguo conocido, lo que confirmaría el pensamiento simbólico en los neandertales. Sin embargo, otros expertos sugieren que los orificios son el producto casual del mordisco de un carnívoro.
La sociedad neandertal
Todo lo anterior configura un retrato de los neandertales muy alejado del cavernícola con la garrota al hombro, tan típico de las representaciones antiguas, y que muchas personas aún tienen en mente cuando recurren al “neandertal” como insulto. Pero pese a todo, aún es mucho lo que se ignora sobre cómo era la sociedad neandertal. Sus poblaciones eran probablemente pequeñas y sus comunidades más aisladas que las de los sapiens, quizá con una menor organización social, lo que podría relacionarse con su declive. Sin embargo, el análisis reciente de sus genomas antiguos ha revelado que las mujeres emigraban a otras comunidades, lo que apunta a una estructura social que evitaba la consanguineidad.
¿Realmente se extinguieron?
Naturalmente, los neandertales hoy ya no existen, aunque aún no se ha llegado a un consenso sobre qué llevó a su desaparición; su baja población y escasa diversidad genética, la competencia con los sapiens en inferioridad de condiciones, los cambios en el clima o las enfermedades pudieron formar un cóctel letal para la supervivencia de su especie. Pero algunos científicos aportan una visión menos catastrofista. Sabemos que neandertales y sapiens se unieron para procrear, dando como resultado el 2% de genes neandertales que hoy llevan en el ADN todas las personas no africanas. Curiosamente, esta descendencia híbrida es el argumento esgrimido por quienes defienden que, en realidad, somos la misma especie.
Pero, en cualquier caso, esto demuestra que hubo al menos una cierta integración en la que triunfó la especie mejor adaptada: nuestros antepasados de hace 45.000 años portaban un 10% de genoma neandertal que rápidamente se redujo, indicando que algunos de aquellos genes eran perjudiciales. Hasta cierto punto, podría decirse que se diluyeron en nosotros, y que tenemos algo de neandertales mejorados.
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