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16 enero 2020

Cómo crear arte vivo con microbios

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El escritor Gabriel García Márquez tenía frecuentes encontronazos con los diccionarios y, en una columna sobre fantasía y creación artística, decía: «Por el contrario, y al revés de lo que dice el diccionario, pienso que la imaginación es una facultad especial que tienen los artistas para crear una realidad nueva a partir de la realidad en que viven. Que, por lo demás, es la única creación artística que me parece válida». Si aceptamos esta premisa, hay un grupo de científicos que cumplen todas las condiciones para ser considerados artistas por derecho propio —pues su excéntrica afición es pintar utilizando las bacterias, virus, hongos que protagonizan sus estudios de microbiología; que viven en la realidad de sus laboratorios, sus placas Petri y sus microscopios.

Este nuevo club de artistas científicos son los galardonados en el concurso que organiza la Sociedad Americana de Microbiología: el Agar Art Contest, que premia desde 2015 las mejores obras creadas con microbios vivos que crecen sobre agar —una sustancia similar a la gelatina y rebosante de nutrientes. En esta rompedora disciplina los microbios (que sirven de pintura) se plantan sobre agar (que sirve de lienzo), con la particularidad de que les sirve de alimento, para crecer en colonias que dan forma a la idea que tenía el artista en la cabeza. Esto ocurre en incubadoras que mantienen a las bacterias calientes y dispuestas a multiplicarse

La técnica                                         

Este arte vivo es particular desde casi cualquier punto de vista: podría ser letal, por ejemplo, si el artista se infecta con alguna bacteria especialmente patológica; pero es en el color donde radica gran parte de su belleza. Los microbios pueden presentar coloración de forma natural, como la bacteria Serratia marcescens (de un rojo intenso que parece salido de La habitación roja de Matisse), o ser modificados genéticamente para que expresen un cierto tono, como la levadura Saccharomyces cerevisiae (que tras incorporar genes de violaceína se transforma en una elegante pintura viva color violeta).

En “Hungarian Folk Art” (premio del público en Agar Art Contest), Zita Pöstényi utilizó una mezcla cromogénica que permitió que las bacterias aparecieran en diferentes colores. Crédito: ASM / Zita Pöstényi

Como las distintas bacterias crecen a diferente velocidad y temperatura, el resultado final solo se verá al acabar del proceso: dependerá de la combinación elegida para pintar y de la pericia para programar y controlar las condiciones de las incubadoras en las que crecen los microbios (esta habilidad equivale al uso del pincel en la pintura clásica).

Los ganadores: “Una aparentemente simple elegancia”

En otro paralelismo con los artistas convencionales, los científicos premiados en las cinco ediciones del Agar Art Contest buscan sus musas en los mismos sitios: retratos, motivos naturales, el curso de las estaciones, referencias culturales y políticas a sus países de origen, o fenómenos biológicos como la fecundación y el nacimiento.

“Seemingly Simple Elegance” de Arwa Hadid, retrata un pez Koi nadando sobre una flor de loto. Crédito: ASM / Arwa Hadid

El primer puesto de este año (en la categoría de profesionales), por ejemplo, “Seemingly Simple Elegance”, obra creada por el estudiante de la Universidad de Oakland Arwa Hadid, retrata un pez Koi nadando sobre una flor de loto. El título hace referencia a su aparente sencillez; sin embargo, escondidos entre sus trazos viven nueve organismos distintos. El centro de la flor de loto está hecho de Micrococcus luteus del que irradian pétalos de Escherichia coli contorneados con Staphylococcus saprophyticus para “añadir profundidad y color a cada trazo individual”, según Hadid. Alrededor hay una hoja de loto de Proteus vulgaris. El pez koi cobra vida con Klebsiella pneumoniae cuyo color se realza con Staphylococcus aureus, que perfila cada escama individual y da forma al cuerpo. “Se añadió un sutil matiz naranja a las aletas con Proteus mirabilis mientras que los ojos son un penetrante halo azul metálico con rojo creado por Citrobacter freundii. El conjunto está bañado en aguas azules y tranquilas con Enterococcus faecalis“. Como puede verse, las descripciones de los autores también merecen atención.

Empate en el segundo puesto

“The Notorious R.B.G. on V.R.B.G.”, pintada por el profesor Michael E. Taveirne de la North Carolina State University. Crédito: ASM / Michael E. Taveirne

En segundo lugar hubo un empate en esta última edición del certamen. Por una parte, el retrato de la jueza del Tribunal Supremo estadounidense —la icónica Ruth Bader Ginsburg— “The Notorious R.B.G. on V.R.B.G.”, pintada por el profesor Michael E. Taveirne de la North Carolina State University. Taveirne utilizó la cepa K-12 de la bacteria Escherichia coli sobre agar con colorante rojo, violeta y un montón de glucosa. Típicamente, esta bacteria parece blanca; pero, tras hacer fermentar la glucosa que encuentra en el agar, se vuelve rosa brillante.

Ese retrato compartió premio con una obra que lleva consigo una recomendación sanitaria. “Ablución”, creada por Michael V. Magaogao —técnico de laboratorio en la Medical & Health Sciences University, de Emiratos Árabes Unidos—, pinta un paisaje desértico, con un camello y un dátil que representa las regiones áridas, secas y sometidas a un alto estrés hídrico de Oriente Medio. Allí las infecciones urinarias son muy comunes. Y por eso los organismos elegidos —Staphylococcus aureus, Escherichia coli, Providencia stuartii y Proteus mirabilis— son patógenos comunes del tracto urinario.

“Ablución”, creada por Michael V. Magaogao, pinta un paisaje desértico, con un camello y un dátil que representa las regiones áridas y sometidas a un alto estrés hídrico de Oriente Medio. Crédito: ASM / Michael V. Magaogao

Una estudiante española que pinta una escena japonesa

La tercera plaza la ocupó la española Isabel Franco Castillo, por la obra “Fu(n)ji-san”. Esta estudiante de doctorado en el Instituto de Ciencia de Materiales de Aragón, asumió el reto de representar en tres dimensiones una erupción volcánica en una isla: la lava desciende por la ladera de la montaña hasta llegar a una playa de aguas turquesas, bajo las que pueden apreciarse delicados corales rojos. Franco utilizó un microorganismo aislado de alimentos incubado en agar teñido con colorante azul brillante para los corales y el mar.

“Fu(n)ji-san”, de Isabel Franco Castillo, representa en tres dimensiones una erupción volcánica en una isla. Crédito: ASM / Isabel Franco Castillo

Para la montaña eligió un tipo especial de agar a base de patata y dextrosa inoculado con el moho Cladosporium cladosporioides. La lava que brota del cráter la hizo Franco como los niños levantan estalagmitas con arena de la playa: haciendo caer, poco a poco, agar teñido de colorante alimentario rojo. Para la idílica playa al pie del volcán espolvoreó esporas de color beige del moho Aspergillus ochraceus.

El éxito del Agar Art Contest es tal que en países tan dispares como Nepal o Bulgaria han surgido concursos similares y la Asociación de Microbiología recibe constantes peticiones para que este arte vivo aparezca en revistas, exposiciones e incluso en planes de estudios de carreras de arte.

Eugenia Angulo

@eugenia_angulo

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