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24 enero 2024

Tras las huellas microbianas en el agua y el aire

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No sólo vigila que el agua depurada cumpla los adecuados criterios de calidad, también investiga cómo mejorar su salud para darle una mayor y mejor vida. La bióloga Cristina González Martín (Icod de los Vinos, Tenerife, 1982) trabaja en el Laboratorio de Agua y Medio Ambiente del Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias (IUETSPC). Desde allí se encargan de analizar la calidad del agua a nivel microbiológico y parasitológico. Lo hacen después que sus colegas de otro grupo de investigación, el de Tratamiento y Reutilización de Aguas (TyRA) de la Universidad de la Laguna, que lidera Luisa Vera, la ponen a punto en el laboratorio y en estudios piloto. Luego su equipo evalúa otros parámetros no incluidos en la legislación que regula los requisitos que debe cumplir el agua reciclada para ser reutilizada.

La bióloga Cristina González Martín vigila que el agua depurada cumpla los adecuados criterios de calidad e investiga cómo mejorar su salud para darle una mayor y mejor vida. Crédito: Universidad de La Laguna / Emeterio Suárez.

¿Y cuáles son los procesos más innovadores que se usan actualmente para medir la calidad del agua? “Los parámetros que indican la calidad básica  que debe tener el agua han variado poco en las últimas décadas, con la determinación de la bacteria Escherichia coli manteniéndose como el estándar universal”, explica la investigadora. “Y la metodología tradicional sigue siendo válida, empleamos medios de cultivo y cuantificamos el número de colonias para saber si dan cumplimiento o no a la normativa vigente”. 

“Sin embargo, sí es cierto que se ha ido desarrollando nuevas metodologías que cada vez permiten la identificación y cuantificación de los parámetros en tiempos más reducidos y de forma más precisa”, puntualiza. “Hablamos de metodologías que se pueden hacer por biología molecular a tiempo real, o incluso la implementación de biosensores capaces de detectar determinados microorganismos patógenos”. 

“Empleamos medios de cultivo y cuantificamos el número de colonias para saber si dan cumplimiento o no a la normativa vigente”

González Martín también participa en un grupo de investigación de aeromicrobiología. Tratamos de caracterizar la composición microbiana del aire, prestando especial interés a las intrusiones de aire sahariano, que tan frecuentemente afectan al archipiélago. Queremos desentrañar cómo varían esas comunidades en la atmósfera dependiendo de múltiples factores, entre ellos, el origen de las masas de aire”. 

BBVA-OpenMind-Perez de Pablos-Cristina Gonzalez Martin una vida entregada a mejorar la reutilizacion del agua y la calidad del aire_2 Junto a su equipo, analiza la calidad del agua depurada a nivel microbiológico y parasitológico implementando metodologías con biología molecular o biosensores para detectar microorganismos patógenos. Crédito: Suriyapong Thongsawang/Getty Images.
Junto a su equipo, analiza la calidad del agua depurada a nivel microbiológico y parasitológico implementando metodologías con biología molecular o biosensores para detectar microorganismos patógenos. Crédito: Suriyapong Thongsawang/Getty Images.

Este grupo de trabajo colabora con sus homólogos que investigan lo mismo en los ecosistemas americanos, para, entre todos, evaluar cómo cambia la comunidad microbiana a lo largo del largo transporte, desde el desierto del Sahara hasta la costa Este de Estados Unidos.  Su objetivo es analizar cómo cambia esa comunidad microbiana al viajar por el aire y sus posibles repercusiones tanto para el medio ambiente como para la salud humana.

“La aeromicrobiología ha sido un área ambigua, y en algunos aspectos lo sigue siendo”, destaca. “Aunque ya nadie cuestiona que hay transporte y dispersión de microorganismos a través del aire; considerarla como un ecosistema a todos los efectos , aún entraña recelo por parte de la comunidad científica”, asegura González Martín.

“Muchos consideran al aire como un mero vehículo de transporte en condiciones adversas, y que, aquellos microorganismos que son capaces de resistir, pueden colonizar nuevos nichos”, explica. “Otros creen que se debe considerar como un ecosistema propio, en que puede haber metabolismo activo e interacciones entre los microorganismos durante el transporte, influyendo no sólo en la capacidad de supervivencia de los mismos, sino afectando también a aspectos más físico-químicos en la atmósfera”. 

BBVA-OpenMind-Perez de Pablos-Cristina Gonzalez Martin una vida entregada a mejorar la reutilizacion del agua y la calidad del aire_3 González Martín también participa en un grupo de investigación de aeromicrobiología que se dedica a analizar cómo afecta la intrusión de aire sahariano a las Islas Canarias. Crédito: Universidad de La Laguna / Emeterio Suárez.
González Martín también participa en un grupo de investigación de aeromicrobiología que se dedica a analizar cómo afecta la intrusión de aire sahariano a las Islas Canarias. Crédito: Universidad de La Laguna / Emeterio Suárez.

Pero al final  muchos trabajos se están centrando en elucidar esto último, “a través de técnicas de proteómica (es decir, el estudio a gran escala de las proteínas) y análisis de expresión génica, para comprobar si efectivamente hay activación de genes relacionados con el metabolismo en los microorganismos aislados en muestras de aire tras periodos largos de transporte”, concluye. Las proteínas realizan muchas funciones esenciales en el desarrollo de nuestro organismo, como conformar el sistema inmunológico o transportar sustancias como grasas y oxígeno. Además, su estudio también puede aplicarse a la medicina, ayudando al diagnóstico clínico.

 “Tanto a nivel nacional como internacional es importante resaltar que trabajamos en grupos multidisciplinares, en los que participamos biólogos de diferentes especialidades (marina, molecular, ambiental), pero también ambientólogos, físicos, matemáticos o informáticos”, resalta esta experta medioambiental. 

“La depuración del agua debe ser una realidad en todos los entornos, tengan o no déficit hídrico. Esto requiere de políticas con altos costes de inversión, pero con resultados a largo plazo necesarios”

En cuanto a las principales enfermedades humanas que está comprobado científicamente que están relacionadas con la degradación de la calidad del aire,

Cristina González Martín dice que están relacionadas eminentemente con el sistema respiratorio y cardiovascular. “Pero si hablamos de afecciones debidas a la inhalación de partículas en general tenemos  desde enfermedades respiratorias crónicas hasta accidentes cerebrovasculares o algunos tipos de cáncer”, añade. 

Desde el laboratorio donde trabaja González Martín participan en proyectos multidisciplinares financiados por la NASA para valorar la influencia de las tormentas de polvo que se generan en el Sáhara en los ecosistemas americanos. Crédito: Joel Carillet/Getty Images
Desde el laboratorio donde trabaja González Martín participan en proyectos multidisciplinares financiados por la NASA para valorar la influencia de las tormentas de polvo que se generan en el Sáhara en los ecosistemas americanos. Crédito: Joel Carillet/Getty Images

Y recuerda algunos datos: “La Organización Mundial de la Salud (OMS) data en aproximadamente 7 millones el número de muertes anuales en el mundo relacionadas con la exposición a una mala calidad del aire. De hecho, los últimos datos disponibles, de 2019, indicaban que el 99% de la población mundial estaba expuesta a un aire que no cumplía los estándares de calidad definidos por la organización internacional”. 

“Las principales enfermedades humanas debidas a la inhalación de partículas van desde las respiratorias crónicas hasta accidentes cerebrovasculares o algunos tipos de cáncer”

“La concienciación ciudadana es una de las herramientas más poderosas y que va unida a la educación”, opina esta bióloga. Y hace un llamamiento a la implicación de todos: “No debemos desentendernos de nuestras obligaciones como habitantes de este planeta al que estamos asfixiando. Por pequeño que pueda parecer un gesto, si todos fuéramos a una, notaríamos el cambio. Cada vez que optamos por reciclar, usar el transporte público o caminar, apagar más las luces o la calefacción o comprar productos locales, estamos restando contaminación al planeta”. 

“La OMS data en aproximadamente 7 millones el número de muertes anuales en el mundo relacionadas con la exposición a una mala calidad del aire”

González Martín también opina que “la depuración del agua debe ser una realidad en todos los entornos, tengan o no déficit hídrico”. “Esto requiere de políticas con altos costes de inversión (instalación de plantas depuradoras, proyectos de canalización, etc.), pero con resultados a largo plazo necesarios para el mantenimiento tanto del sector primario como del terciario”, asevera. Y en relación con medidas para mejorar la calidad del aire, apunta que hay que insistir en “las inversiones a largo plazo para disminuir las emisiones, especialmente en entornos urbanos e industriales”. 

A esta investigadora de la calidad medioambiental le queda aún mucho por hacer. Considera que las experiencias profesionales más gratificantes se tienen “cuando te sales de tu zona de confort”. Algo que ella ya ha hecho con creces. Ahora está centrada en continuar ahondando en sus líneas de investigación, “para seguir contribuyendo a potenciar la sostenibilidad y reutilización de los recursos hídricos y la monitorización de la calidad del aire”. 

Susana Pérez de Pablo

Crédito foto principal: Imagine Photographer /Getty Images

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