Las listas son un clásico en internet, y las de récords del mundo animal figuran entre las más habituales. Pero detrás de las plusmarcas de la naturaleza hay causas biológicas para que dicho animal pueda llegar a ser el más grande o el más rápido, y también razones por las cuales existen ciertos límites infranqueables. Repasamos aquí algunos de esos prodigios de la biología, y las razones por las que rozan el límite de lo posible.
La ballena azul y el gen del tamaño
Los cetáceos son animales de gran tamaño. Pero mientras que un delfín se queda en unos 3,5 metros, la ballena azul alcanza los 30, siendo el animal más grande que jamás ha existido, que se sepa hasta ahora. En contra de lo que nos muestra la ficción, con monstruos descomunales como Godzilla o King Kong, el cuerpo de un animal no puede crecer indefinidamente, ya que existen límites biomecánicos, de termorregulación, necesidad de alimento y otros.
En el agua los animales pueden alcanzar mayor tamaño que en tierra, por la flotabilidad. Pero ¿qué confiere a la ballena azul su récord de tamaño? Diversas investigaciones han encontrado genes específicos que son más activos en los cetáceos mayores de 10 metros y que parecen ser responsables de este gigantismo. La actividad de los genes se regula por regiones del ADN llamadas promotores. En concreto, los científicos han encontrado diferencias entre cetáceos grandes y pequeños en el promotor de un gen llamado NCAPG. Aún más, este elemento podría estar implicado en la baja incidencia de cáncer en las grandes ballenas pese a su gran masa celular, lo que aporta nuevas pistas a la investigación.
Sapo pulga, el vertebrado más pequeño
Hay límites máximos al tamaño de un animal, pero ¿y mínimos? Los animales más simples, como los parásitos mixozoos, pueden tener una sola célula, y por lo tanto su tamaño es microscópico. Pero los vertebrados poseemos una estructura compleja que limita esa reducción. En 2011 se descubrió en Brasil una rana más pequeña que un guisante, llamada sapo pulga (Brachycephalus pulex). Un estudio más reciente ha confirmado que, con sus 7,1 milímetros, bate el récord previo de otra rana de Papúa Nueva Guinea para alzarse con el título del vertebrado más diminuto conocido.
Según un estudio de 2022, el límite mínimo de tamaño de un vertebrado está sobre los 6 milímetros, ya que por debajo de esto no es posible acomodar todos los tipos de células para formar los órganos vitales, ni producir huevos suficientes para una población viable. Para ser tan pequeño, el sapo pulga ha sacrificado varios de sus dedos, su esqueleto es casi todo cartílago y probablemente no puede oír ni emitir sonidos.
El pez luna, ¿el límite de peso en un pez óseo?
Entre los peces hay una división de pesos máximos: mientras que los cartilaginosos pueden llegar a las 34 toneladas de un tiburón ballena, el más grande de los óseos se queda en poco más de 2,7 toneladas, un récord establecido en 2022 por el pez luna gigante (Mola alexandrini). Los científicos asumían que, dadas las mayores necesidades metabólicas de los peces óseos frente a los cartilaginosos, la cantidad de oxígeno que llega a los tejidos —menor en los animales más grandes— era un factor limitante para el tamaño.
Sin embargo, un pez prehistórico desbanca esta hipótesis: el Leedsichthys problematicus, que vivió hace 165 millones de años, pudo llegar a pesar 45 toneladas y medir 16,5 metros. Aplicando parámetros de los peces actuales a este animal antiguo, los investigadores descubrieron que su gigantismo era perfectamente viable. Por qué hoy no existen peces óseos de este tamaño sigue siendo un misterio.
El secreto de la velocidad del guepardo
Los niños aprenden que el animal más rápido en tierra es el guepardo, cuya velocidad máxima real suele cifrarse en torno a los 104 km/h. De un felino tan ligero, esbelto y flexible no sorprende esa velocidad. Pero para los científicos hay una cierta anomalía: rasgos como la fuerza, la longitud de los miembros, la longevidad o el volumen del cerebro tienden a aumentar con el tamaño del animal, y sin embargo las velocidades de carrera son mayores en especies de tamaño intermedio como el guepardo.
Un estudio de 2024 descubrió que hay dos factores que limitan la rapidez del movimiento, cuánto y con qué rapidez se contraen los músculos. El límite que se alcanza antes es el que determina la máxima velocidad; el primero restringe a los animales más grandes, mientras que el segundo condiciona a los más pequeños. Según el estudio, en torno a los 50 kilos de un guepardo se encuentra el “punto dulce” en el que los dos límites coinciden.
El vuelo del colibrí
Sin ser el ave más rápida en términos absolutos, la velocidad nada desdeñable de 98 km/h que alcanza el colibrí de Ana (Calypte anna) sí es la más alta en relación a su tamaño entre todos los vertebrados, 385 longitudes de su cuerpo por segundo, frente a solo 16 del guepardo. El vuelo de los colibríes es un prodigio de la naturaleza: baten las alas hasta 5.400 veces por minuto, lo que requiere un metabolismo 100 veces más rápido que el de un elefante, una musculatura del vuelo que llega al 30% de su peso y el corazón con el tamaño relativo más grande de todos los animales, un 2,5% de su peso.
Curiosamente, el peculiar metabolismo de los colibríes no parece deberse tanto a lo que han adquirido, sino a lo que han perdido: un estudio de 2023 descubrió que la pérdida de un gen llamado FBP2 hace entre 30 y 48 millones de años potencia el metabolismo del azúcar y la actividad de las mitocondrias, las centrales de energía de las células.
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