Para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y garantizar la seguridad energética, no basta con reducir sus emisiones, es crucial investigar más en las tecnologías que permiten la Captura, Almacenamiento y Uso de carbono (CCUS, en sus siglas en inglés). La ingeniera química Anna Mas (Terrasa, Barcelona, 1995) investiga precisamente esa tecnología, en concreto, la que permite su captura directa en el aire (DAC, en sus siglas inglés).
“Junto con una profunda reducción de las emisiones, el IPCC indica que, para 2050, el mundo necesita eliminar de la atmósfera entre 2 y 20 gigatoneladas de CO2 cada año para limitar el calentamiento a 1,5°C y uno de los enfoques prometedores es la captura directa en el aire (DAC)”, explica esta científica.
Y es que hay dos tipos de captura de dióxido de carbono: por un lado, la que se hace directamente en fuentes puntuales de instalaciones industriales que emiten grandes cantidades, como sería el caso de capturar el CO2 que emite una chimenea de una fábrica o una central eléctrica. Y, por otro lado, está la captura directa de aire (DAC) a la que Anna Mas se dedica a investigar, que elimina el CO2 directamente del aire.
“El CO2 capturado se puede comprimir y transportar a una almacenamiento permanente, como formaciones acuíferas salinas, o puede convertirse en nuevos productos”
“Concretamente, con DAC se pretende reducir las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono que provienen de fuentes dispersas, difíciles de evitar e históricas”, defiende. Ya que después “el CO2 capturado se puede comprimir y transportar a una almacenamiento permanente, como formaciones acuíferas salinas, o puede convertirse en nuevos productos”.
“La utilización de dióxido de carbono capturado es una tecnología potencial para abandonar el carbono fósil, utilizando el CO2 como materia prima alternativa para la producción de productos químicos o combustibles”
Su objetivo actual es optimizar la eficiencia de ese proceso de captura de CO2 para que sea lo más rentable posible. ¿Cómo lo están haciendo? “Tenemos un dispositivo que trabaja en condiciones de temperatura y presión atmosférica donde el CO2 presente en el aire pasa a través de los poros de la membrana altamente hidrofóbica y, en contacto con la solución absorbente y en presencia de la enzima anhidrasa carbónica, la conversión de CO2 a bicarbonatos es catalizada”.
La utilización de dióxido de carbono capturado es una tecnología potencial para abandonar el carbono fósil utilizando el CO2 como materia prima alternativa para la producción de productos valiosos, como productos químicos o combustibles, asegura esta investigadora.
Esta brillante científica está actualmente realizando su investigación de doctorado gracias a la colaboración nada menos que de tres entidades: la Fundación Greennova (que lleva varios proyectos con el objetivo común de mitigar el cambio climático); Eurecat, un centro tecnológico que hace de nexo entre academia e industria y, la Universidad Rovira y Virgili (URV), donde estudia concretamente en la línea de membranas. “El objetivo de esta colaboración, y de mi investigación, es diseñar un dispositivo que trabaje de forma pasiva y que capture el CO2 que puede haber presente, por ejemplo, en una oficina”.
“El objetivo de mi investigación es diseñar un dispositivo que trabaje de forma pasiva y que capture el CO2 que puede haber presente, por ejemplo, en una oficina”
A nivel internacional, varias empresas se dedican a capturar el dióxido de carbono presente en la atmósfera, las más conocidas son Climeworks o Carbon Engineering. Pero la singularidad del proyecto de Anna Mas “es que trabajamos para conseguir un dispositivo dinámico que funciona a temperatura y presión ambiente, y el carbono capturado se reutiliza”.
La situación actual también plantea una amenaza significativa para la seguridad alimentaria a nivel global, advierte. “Las perturbaciones en la producción de alimentos debido a eventos climáticos extremos y a cambios en las condiciones de crecimiento de los cultivos pueden llevar a la escasez de alimentos y al aumento de los precios de los mismos”, denuncia la científica. “Un claro ejemplo es la actual sequía que estamos viviendo”.
“La crisis climática también plantea una amenaza significativa para la seguridad alimentaria a nivel global”
Además, esta científica considera que se podrían poner en marcha políticas preventivas que ya se conozcan a nivel científico, que no se han llevado a cabo. “Las políticas actuales no están a la altura del momento que estamos viviendo. Faltan políticas que impulsen la transición energética, regulación de emisiones, (en temas de CO2, obligar a las grandes empresas contaminantes a capturarlo ya ellos mismos emiten o generan), eficiencia energética, promoción de la agricultura sostenible, políticas de economía circular o prohibición de los vuelos cortos con alternativas en tren, como se ha hecho en Francia”, sugiere.
“Y hay que encontrar un transporte de mercancías más sostenible porque actualmente más del 95% del transporte de mercancías en España es por carretera”, recuerda la investigadora.
“Faltan políticas que impulsen la transición energética y la regulación de emisiones, como obligar a las grandes empresas contaminantes a capturar el CO2 ya ellos mismos emiten o generan”
También hace una propuesta: “Se podrían implementar las etiquetas de huella de carbono en muchos de los productos que influiría en las decisiones de los consumidores a la hora de comprar los productos y alentaría a las empresas a mejorar su eficiencia energética”.
Por otro lado, la ciencia y la tecnología están avanzando a pasos agigantados y faltan políticas para poder implementarlas. Las empresas no deberían de sentir carencias ni incertidumbre política al aplicar estas tecnologías.
Esta joven investigadora vivió la pandemia en Suecia, donde estudiaba de Erasmus. “Me hizo darme cuenta de la importancia de cuidar la naturaleza y cómo de globalizadas son nuestras acciones”, recuerda. “Esa época, a pesar de ser muy dura, fue un respiro para el planeta y tendría que ser a lo que aspiremos que sea nuestro futuro”, concluye.
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