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21 noviembre 2023

¿Existen las “razas” en los genes?

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Los humanos hemos tenido una relación complicada con nuestra diversidad como especie. Y aunque pueda pensarse que la práctica desaparición del término “raza” en favor del más neutro “etnia” responde a razones de etiqueta social, en realidad se trata de algo más profundo: el concepto de raza no tiene sentido desde el punto de vista genético, aunque esto no significa negar esa diversidad; siempre que comprendamos que es mucho menor y se presenta de forma muy diferente a lo que habitualmente se cree.

BBVA-OpenMind-Yanes-Existen las razas en los genes_1 Darwin comprendió que el de las razas era un cenagal en el que algunos proponían hasta 63 distintas, pero aportó una idea importante: el gradualismo en los caracteres de las poblaciones. Crédito: Getty Images
Darwin comprendió que el de las razas era un cenagal en el que algunos proponían hasta 63 distintas, pero aportó una idea importante: el gradualismo en los caracteres de las poblaciones. Crédito: Getty Images

La idea de las razas ha estado tan imbricada en nuestra percepción de la humanidad que ya existía en el antiguo Egipto, donde los egipcios se distinguían de los nubios, libios y asiáticos. Continuó en la Grecia clásica, donde Aristóteles escribió que los europeos del norte tenían “espíritu”, pero les faltaban inteligencia y habilidades, por lo que carecían de organización política; lo contrario que los asiáticos, que por ello estaban “en continuo sometimiento y esclavitud”. Cómo no, los griegos poseían todas las virtudes.

Si tal vez podría calificarse a Aristóteles como uno de los primeros racistas de los que hay constancia, debe comprenderse que el racismo formó parte del pensamiento estándar durante la mayor parte de la historia, y fue utilizado para justificar la esclavitud. Personajes hoy admirados fueron furibundos racistas: Voltaire defendía que las personas negras eran una especie diferente, y el filósofo Immanuel Kant las calificaba como “vanas y estúpidas”, solo capaces de aprender a ser esclavizadas.

El gradualismo de Darwin 

El papel de Charles Darwin fue algo más complejo y ambiguo. En tiempos modernos se ha destacado que fue un abolicionista de la esclavitud, y dedujo correctamente, en contra de una corriente de su época apoyada por otros científicos como Alfred Russel Wallace o Ernst Haeckel, que todos los seres humanos tenían un origen común y formaban una sola especie. Pero retratarlo como enemigo del racismo sería ilusorio: contemplaba una jerarquía racial que consideraba a otros pueblos no europeos como salvajes e inferiores en fases tempranas de la evolución humana, y que serían exterminados y reemplazados por las “razas civilizadas”. Con todo, y frente a los clichés de su tiempo, Darwin comprendió que el de las razas era un cenagal en el que algunos proponían hasta 63 distintas. Sin embargo, aportó una idea importante: el gradualismo en los caracteres de las poblaciones.

BBVA-OpenMind-Yanes-Existen las razas en los genes_2 La secuenciación de genomas humanos a comienzos de este siglo vino a clavar el ataúd a la idea de las razas: los humanos compartimos el 99,9% de nuestro ADN. Crédito: Getty Images
La secuenciación de genomas humanos a comienzos de este siglo vino a clavar el ataúd a la idea de las razas: los humanos compartimos el 99,9% de nuestro ADN. Crédito: Getty Images

Fue ya en el siglo XX cuando se entendió que bajo los caracteres más evidentes por los que tradicionalmente se había establecido la división racial, como el color de la piel, los ojos, el cabello o los rasgos faciales, corría una realidad más complicada. En 1972 el genetista Richard Lewontin publicaba un estudio que analizaba diferencias entre “razas” en 17 marcadores, incluyendo proteínas de la sangre, llegando a la conclusión de que el 85% de la variación se producía entre los individuos de los propios grupos, un 8% en poblaciones dentro de la misma raza, y menos de un 7% entre estas. Es decir, que la variación individual era mucho más extensa que la que separa a esas teóricas razas, apoyando el gradualismo de Darwin. Muchos otros estudios llegaron a conclusiones similares, avalando una idea propuesta en 1942 por el antropólogo Ashley Montagu: que las razas son una construcción social sin base genética.

El impacto de los condicionantes sociales

La secuenciación de genomas humanos a comienzos de este siglo vino a clavar el ataúd a la idea de las razas: los humanos compartimos el 99,9% de nuestro ADN. Y reforzando aún más los hallazgos de Lewontin y otros, del 0,1% que nos diferencia, casi el 96% corresponde a variaciones entre individuos de la misma “raza”, y solo un 4% a diferencias entre grupos. Pero incluso en este último caso, esos grupos no son lo que salta a la vista, como el color de la piel.

BBVA-OpenMind-Yanes-Existen las razas en los genes_3 Los test genéticos de ancestralidad pueden dar a entender que el genoma de una persona está formado por componentes distintos con diferentes proporciones étnicas, pero no es así. Crédito: Universal Images Group via Getty Images
Los test genéticos de ancestralidad pueden dar a entender que el genoma de una persona está formado por componentes distintos con diferentes proporciones étnicas, pero no es así. Crédito: Universal Images Group via Getty Images

Posiblemente exista una confusión a la que pueden haber contribuido los test genéticos de ancestralidad tan populares hoy: cuando los resultados informan de que el usuario tiene en sus genes un 12% escandinavo o un 23% persa, puede darse a entender que el genoma de una persona está formado por componentes distintos con diferentes proporciones étnicas, como los ingredientes de una salsa. No es así: estos análisis se basan solo en esa pequeñísima parte que nos diferencia; y aunque se proponen orígenes geográficos concretos para algunas variantes, los expertos aclaran que están mucho más diluidos y son mucho más inciertos de lo que las compañías que venden los test pretenden hacer creer.

Pese a todo, esas diferencias, aun ínfimas, existen. Pero según explicaba el genetista de la Universidad de Harvard David Reich en su libro Who We Are and How We Got Here: Ancient DNA and the New Science of the Human Past (Oxford University Press, 2018), las poblaciones diferenciadas por esas variaciones no son las identificadas como estereotipos raciales. 

Los trabajos del genetista David Reich han mostrado que la “raza blanca” procede de la mezcla de cuatro poblaciones tan diferentes entre sí como los actuales europeos y asiáticos del este. Crédito: Ivan Dmitri/Michael Ochs Archives/Getty Images

Por ejemplo, sus trabajos han mostrado que lo que llamaríamos “raza blanca” procede de la mezcla, hace 10.000 años, de cuatro poblaciones tan diferentes entre sí como los actuales europeos y asiáticos del este; o que el mayor riesgo de cáncer de próstata atribuido a los afroamericanos reside en un pequeño lugar del genoma, pero que los afroamericanos que heredaron estos genes concretos de ancestros europeos se libran de dicho riesgo. De hecho, otros estudios han encontrado que, cuando se eliminan los condicionantes sociales, desaparecen muchas de las diferencias que suelen atribuirse a grupos étnicos. En conclusión, las razas las creamos nosotros, no la naturaleza.

Javier Yanes

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