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03 febrero 2023

El futurólogo de la naturaleza

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David Nogués-Bravo, macroecólogo, habla de cómo anticiparse a futuras crisis del planeta, de cómo afectarán cada vez más a nuestra salud y de que para evitar males mayores hay que educar mejor a la población. 

Mirar al pasado para predecir el futuro. Quizás sea esto lo que, en realidad, hacen muchos echadores de cartas para decirnos lo que nos depara el destino. Nuestra evolución, nuestro comportamiento puede que marque nuestro futuro. Esto mismo es en lo que se basa el trabajo del macroecólogo, profesor en la Universidad de Copenhague, David Nogués-Bravo (Zaragoza, 1975), pero respecto al futuro de nuestro planeta. Este investigador dice que su mayor reto es descubrir “cuáles son las leyes que rigen la naturaleza para poder predecir mejor la crisis de la biodiversidad y sus efectos sobre nuestras sociedades”. 

BBVA-OpenMind-Perez de Pablos_Futurologo de la naturaleza_1 La salud humana presente y futura y también la seguridad alimentaria tienen mucho que ver con las crisis ambientales, señala el macroecólogo David Nogués-Bravo (en la imagen). Crédito: D. Nogués-Bravo
La salud humana presente y futura y también la seguridad alimentaria tienen mucho que ver con las crisis ambientales, señala el macroecólogo David Nogués-Bravo (en la imagen). Crédito: D. Nogués-Bravo

Apasionado desde pequeño por los cambios que veía en las montañas y valles que frecuentaba con sus padres, empezó a preguntarse el porqué de esas variaciones y, sobre todo, de esa degradación. Para averiguarlo, hizo la tesis sobre este tema en el Instituto Pirenaico de Ecología, que pertenece al Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Desde entonces, no solo ha constatado las modificaciones que sufre la naturaleza, también “que nuestras sociedades, que dependen de los recursos y funciones que proporcionan los ecosistemas, se están viendo negativamente afectadas por los impactos de factores como el cambio climático o la deforestación”, explica. “La necesidad de nuestras sociedades de entender y anticipar cómo nos afectan la degradación del medio natural y la pérdida de biodiversidad es una motivación constante para mi investigación y para la de muchos otros científicos”, asegura este macroecólogo.

“La educación a todos los niveles de enseñanza es la pieza clave para ayudar a entender a nuestros ciudadanos sobre los peligros derivados de la crisis ambiental y de las soluciones para reducir esos peligros”

Pero, ¿cómo lo hace? “Podemos diseccionar y comparar momentos de cambio ambiental pasado con otros más estables para entender cómo el cambio climático o cambios en los usos del suelo han modificado en el pasado la diversidad biológica y los ecosistemas. Hay muchos ejemplos en otras disciplinas que también miran al pasado para predecir el futuro. Por ejemplo, se utilizan series históricas de cambios en los mercados de valores para anticipar posibles futuras respuestas de los mercados”. 

El riesgo de que vuelvan enfermedades ya erradicadas

La salud humana presente y futura y también la seguridad alimentaria tienen mucho que ver con las crisis ambientales. Los científicos lo relacionan con el incremento de muertes y enfermedades por el aumento de eventos climáticos extremos, como olas de calor, las grandes tormentas, las inundaciones o las largas sequías. “Los cambios globales del clima y de los usos del suelo están también empujando a las especies a ocupar diferentes hábitats y una mayor interacción entre humanos y animales salvajes y domésticos, incrementado el riesgo de zoonosis. También, habrá enfermedades tropicales largamente erradicadas de Europa que pueden volver, como la malaria”, asegura este investigador.

Hay muchos ejemplos similares en otras disciplinas, como en el mercado de valores, donde se utilizan series históricas de cambios para anticipar posibles futuras respuestas de los mercados”

Es difícil delimitar cuales son los mayores riesgos para la salud humana, dice este macroecólogo, pero sí apunta un aspecto al que deberíamos prestar una atención especial: “El aumento de las zoonosis (enfermedades o infecciones que se transmiten entre animales y humanos) puede acelerar el advenimiento de nuevas pandemias, porque la mayoría de pandemias están causados por zoonosis”, señala.  

Y, a continuación, advierte que hay también otros riesgos que pasan desapercibidos. ¿Cuáles? “Una parte de mis líneas de investigación está evaluando cómo la extinción de plantas por el cambio climático y los cambios de usos del suelo reduce nuestra habilidad para encontrar y desarrollar nuevos medicamentos provenientes de los compuestos bioactivos de esas plantas que están en peligro de extinción”.

BBVA-OpenMind-Perez de Pablos_Futurologo de la naturaleza_2 La extinción de plantas por el cambio climático y los cambios de usos del suelo reduce la habilidad de desarrollar nuevos medicamentos provenientes de los compuestos bioactivos de esas plantas. Crédito: Infidels /Getty Images
La extinción de plantas por el cambio climático y los cambios de usos del suelo reduce la habilidad de desarrollar nuevos medicamentos provenientes de los compuestos bioactivos de esas plantas. Crédito: Infidels /Getty Images

 ¿Es, entonces, la covid-19 un ejemplo de los riesgos a los que nos enfrentaremos? “Sí”, asegura Nogués-Bravo, “la pandemia de la covid-19 es un buen ejemplo de crisis global con origen en la degradación del mundo natural, y que podría repetirse en las próximas décadas”.

Ayudar a la población a entender los peligros

Pero, más allá de estas investigaciones, quizás el comportamiento humano, causante de muchos de estos fenómenos extremos, pueda también contribuir a remediarlos. “La educación a todos los niveles de enseñanza es la pieza clave para ayudar a entender a nuestros ciudadanos sobre los peligros derivados de la crisis ambiental y de las soluciones para reducir esos peligros”, asegura el investigador. Él predica con el  ejemplo: “Ahora mismo, aquí, en Dinamarca estamos desarrollando con el Ministerio de Educación un curso que se implementara en todos los institutos de Dinamarca sobre biodiversidad y cambio global. 

“La ecología y otras disciplinas, como la climatología, son capaces ahora de hablar la lengua del dinero y la política. Conceptos como el de servicios ecosistémicos nos ayudan a poner en relación, por ejemplo, el conocimiento sobre los aspectos biológicos de los ecosistemas, con los valores económicos y sociales que prestan”

La reciente Conferencia de las Naciones Unidas en Montreal (COP15) sobre la Diversidad Biológica logró un acuerdo firmado por 188 países con medidas concretas para detener y revertir la pérdida de la naturaleza. “Sin embargo, para conseguir este objetivo hace falta movilizar 200.000 millones de euros como mínimo”, apunta Nogués-Bravo, además de un fuerte compromiso político en cada uno de esos países para financiar y desarrollar los cambios necesarios”. 

Además, algo ha cambiado en las últimas décadas en la forma de transmitir los mensajes desde el mundo de la investigación a los poderes políticos y sociales, según asegura entre macroecólogo: “La ecología y otras disciplinas, como la climatología, son capaces ahora de hablar la lengua del dinero y la política. Conceptos como el de servicios ecosistémicos nos ayudan a poner en relación, por ejemplo, el conocimiento sobre los aspectos biológicos de los ecosistemas, con los valores económicos y sociales que prestan”.

Hay que poner límites a las alteraciones de la naturaleza

Uno de los principales mensajes que se debe trasladar a políticos y población es, según este investigador, que existen unos límites que no se pueden traspasar a la hora de alterar la naturaleza. “Por un lado, debemos proteger los ecosistemas y especies de plantas, animales que quedan en el planeta y, por otro, reducir los factores que llevan a la pérdida de diversidad biológica y de funciones en los ecosistemas. Si permitimos que los sistemas biológicos y climáticos que conforman el planeta traspasen los límites de cambio y degradación bajo los que nuestras sociedades se han desarrollado, nos enfrentaremos a consecuencias preocupantes”. 

BBVA-OpenMind-Perez de Pablos_Futurologo de la naturaleza_3 La interacción entre el mundo natural y las sociedades humanas, y la degradación de la naturaleza, tiene consecuencias que nos afectan negativamente. Crédito: MARCO LONGARI/AFP via Getty Images.
La interacción entre el mundo natural y las sociedades humanas, y la degradación de la naturaleza, tiene consecuencias que nos afectan negativamente. Crédito: MARCO LONGARI/AFP via Getty Images

Nogués-Bravo concluye recordando una experiencia relacionada con la influencia de la crisis ambiental en la población local que vivió en Lesoto (país sin salida al mar rodeado por Sudáfrica), cuando era estudiante, que le marcó mucho. “Hace más de 20 años, cuando era un estudiante doctoral, estuve investigando las consecuencias del cambio global en los habitantes de las montañas de Lesoto. Estas comunidades dependían en gran parte para alimentación y manutención del ganado que pasta en los campos. El aumento de tormentas por el cambio climático provocaba mayor erosión del suelo, perdiéndose los pastos donde se alimentaba el ganado. Esto suponía una mayor pobreza y un menor acceso a la alimentación, lo que les predisponía a contraer más enfermedades, con un impacto mayor en los ancianos y niños. Y la lección es que la interacción entre el mundo natural y las sociedades humanas, y la degradación de la naturaleza, tiene consecuencias que nos afectan negativamente”.

Susana Pérez de Pablos

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