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21 septiembre 2020

¿Necesitamos reinventar el aire acondicionado?

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El pasado agosto, miles de hogares en California sufrieron apagones durante varios días seguidos. La empresa eléctrica responsable se mostró incapaz de suministrar la electricidad necesaria para satisfacer la enorme demanda derivada de las olas de calor que sufrió el estado durante el mes. Esta pequeña crisis no pasaría de anécdota si no fuera porque, como algunos medios señalan, podría ser tan solo la punta del iceberg de un problema que ha llegado para quedarse, más allá de las fronteras de Estados Unidos.  

El aire acondicionado, la estrella de muchos hogares durante el verano, está en el punto de mira. Por si fuera poco con la correlación que diversos estudios recogen entre su uso en espacios cerrados y la propagación del virus de la COVID-19, ha aparecido otro nuevo frente, mucho más duradero en el tiempo, al que tiene que rendir cuentas: la sostenibilidad. 

La paradoja está servida, ya que los climas de calor más intenso y prolongado debido al calentamiento global provocan un aumento del uso del aire acondicionado, pero este aumento de su uso a la larga puede repercutir en agravar aún más el problema de la crisis climática. ¿Es posible interrumpir el ciclo? 

Un poco de historia

Hace más de 100 años, el joven ingeniero Willis Carrier inventó el aire acondicionado por casualidad, mientras intentaba crear un aparato para controlar las condiciones de humedad y temperatura ambientales de una imprenta. El sistema que creó se inspiraba en la capacidad que había observado que tenía la presencia del agua en la atmósfera para enfriar el ambiente. Los aparatos de aire acondicionado muy pronto se popularizaron en la industria y en grandes centros de ocio como teatros o grandes almacenes, y después de la Segunda Guerra Mundial llegaron también a los hogares, habiéndose reducido mucho su tamaño y sus costes. 

Willis Haviland Carrier, con una de sus máquinas de aire acondicionado. Crédito: Williscarrier.com

En sus décadas de historia, el sistema ha recibido mejoras, pero su funcionamiento básico no ha cambiado mucho desde aquellos primeros aparatos de principios del siglo XX. En medio de la crisis climática que afecta al planeta, están surgiendo voces que lo advierten: ha llegado la hora de repensar uno de los inventos imprescindibles del verano para que contribuya a la eficiencia energética.

Los costes medioambientales del aire acondicionado 

Los llamados hidrofluorocarburos o gases HFC son unos gases refrigerantes químicos que absorben y liberan calor para permitir el enfriamiento de los sistemas de aire acondicionado. Comenzaron a utilizarse desde que el Protocolo de Montreal determinara en 1987 que era necesario dejar de utilizar los gases CFC por el daño que estos causaban a la capa de ozono. Sin embargo, aunque los HFC no tienen efectos nocivos para la capa de ozono, tienen de 1.000 a 9.000 veces más de capacidad de calentar la atmósfera que el dióxido de carbono, por lo que suponen un duro rival a batir en la lucha contra el calentamiento global. De hecho, en el año 2016, se aprobó una reforma del mencionado protocolo de Montreal para llevar a cabo una reducción gradual de los hidrofluorocarburos. Afortunadamente, en la actualidad, si un aparato de aire acondicionado funciona correctamente, no debería liberar gases HFC a la atmósfera. Sí pueden darse escapes durante su fabricación, si el aparato tiene algún fallo o si en el momento de su retirada no se deja en un punto limpio y se arroja a un contenedor inadecuado.

El consumo eléctrico destinado al enfriamiento del aire podría triplicarse para 2050, con especial incidencia en los países en vías de desarrollo. Crédito: Milind Kaduskar (Unsplash)
El consumo eléctrico destinado al enfriamiento del aire podría triplicarse para 2050, con especial incidencia en los países en vías de desarrollo. Crédito: Milind Kaduskar (Unsplash)

Sin embargo, los gases HFC no son el único problema del aire acondicionado.  Otro dato preocupante, del cual tuvieron una muestra en California este verano, se trata de la altísima demanda energética que supone su uso. La Agencia Internacional de la Energía calcula que el 10% del consumo eléctrico del planeta se destina al enfriamiento del aire, y esta demanda podría triplicarse para 2050, con especial incidencia en los países en vías de desarrollo, lo que sería totalmente inasumible. Malas noticias, sin duda, para los planes de mejora de la sostenibilidad de la Agenda 2030 acordados por todos los miembros de las Naciones Unidas en 2015.

El futuro del aire acondicionado

La mejora de la eficiencia de los aparatos de refrigeración es prioritaria. En el citado informe de la Agencia Internacional de la Energía, se calcula que los aparatos de aire que se venden en Japón y en Europa son un 25% más eficientes que los vendidos en Estados Unidos y China, por lo que se observan diferencias relevantes de la eficiencia de los aparatos en función de la geografía. En otro informe de la agencia junto con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) se establece que es necesario crear un estándar internacional de eficiencia energética mínima. Por otro lado, se recoge la oportunidad que ofrecen una arquitectura y urbanismos sostenibles y eficientes para un mejor aprovechamiento general de los recursos naturales para reducir la necesidad de los edificios de consumo energético en general, y de aire acondicionado en particular.  

La arquitectura sostenible permite reducir el consumo de aire acondicionado de los edificios gracias a un mejor aprovechamiento de los recursos naturales. Crédito: Wikipedia
La arquitectura sostenible permite reducir el consumo de aire acondicionado de los edificios gracias a un mejor aprovechamiento de los recursos naturales. Crédito: Wikipedia

Dando un paso más allá, hay quienes plantean que es necesario un rediseño completo del aire acondicionado tal y como lo conocemos. En esta línea, el pasado año el gobierno indio junto con la organización estadounidense sin ánimo de lucro Rocky Mountain Institute iniciaron una competición para la creación de una nueva generación de sistemas de aire acondicionado que sean mucho más eficientes que los actuales. Los finalistas, anunciados en noviembre de 2019, desarrollarán y testarán los prototipos a lo largo de 2020, y los ganadores serán anunciados el próximo año. 

En suma, es importante tener en cuenta que el aire acondicionado no se trata de una herramienta de mero confort. Es necesario para la vida y la salud en algunos de los climas más extremos del mundo, además de resultar imprescindible para ciertos usos industriales y comerciales. En el futuro, por tanto, el objetivo será convertirlo en una versión mejor de sí mismo que sea capaz de seguir ayudando a las personas, pero sin las repercusiones actuales que produce en el medioambiente. 

Sara González

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