Los metales preciosos reciben esta denominación en parte por su rareza; se dice que todo el platino jamás producido solo nos llegaría a los tobillos en una piscina olímpica. Pero los elegimos por sus propiedades, como su durabilidad, baja reactividad química y resistencia a la corrosión. Además de las cualidades estéticas apreciadas en joyería, tienen aplicaciones en la industria y otros campos, lo que motiva su minería. Pero así como antiguamente la extracción de materiales de lujo, como el oro o los diamantes, no reparaba en recursos, costes o daños por su alto precio en el mercado, hoy las exigencias de sostenibilidad, respeto al medio ambiente y ética se extienden incluso entre los consumidores más pudientes, por lo que es pertinente preguntarse: ¿son sostenibles los metales preciosos? ¿Alguno lo es más que otros?
![BBVA-OpenMind-Yanes-Metales preciosos no tanto para el planeta_1 El oro es el metal precioso por excelencia, pero no es el más caro: hoy el más valioso es el rodio. Crédito: Pierre Longnus/Getty Images.](https://www.bbvaopenmind.com/wp-content/uploads/2024/02/BBVA-OpenMind-Yanes-Metales-preciosos-no-tanto-para-el-planeta_1-300x196.jpg)
La categoría de metales preciosos (no confundir con las tierras raras, que suelen distinguirse por sus propiedades eléctricas y magnéticas) no tiene una definición única, pero comprende los que tienen código de moneda o divisa ISO 4217 en el mercado internacional: oro, plata, platino y paladio. Suelen incluirse también los que se conocen como el grupo del platino en la tabla periódica, con propiedades similares: rutenio, rodio, osmio e iridio.
Algunos metales han cambiado su estatus a lo largo del tiempo. Por ejemplo, el aluminio solía considerarse un metal precioso más valioso que el oro, a pesar de su abundancia, por la dificultad para extraerlo de su mena; se empleaba en joyería, y Napoleón III de Francia distinguía a sus huéspedes más ilustres con cubiertos de aluminio en lugar de plata. Esto cambió a finales del siglo XIX, con el desarrollo de la separación a escala industrial.
Del coste a las aplicaciones
De entre todos ellos, el rey es sin duda el oro, el metal precioso por excelencia, que merece un capítulo aparte. Pero no es el más caro: el platino a menudo lo ha superado en precio, aunque hoy el más valioso es el rodio. El paladio y el iridio figuran también entre los más cotizados. Además de sus usos en joyería, el platino, el paladio y el rodio se emplean sobre todo en los catalizadores de los automóviles. El rutenio se utiliza en contactos eléctricos, en reacciones químicas industriales y aleaciones. El paladio se usa además en electrónica, medicina y células de combustible, mientras que el iridio se utiliza en contactos de bujías, catálisis industrial y en aleación con el osmio para puntas de bolígrafos y brújulas. Este es uno de los pocos usos del osmio, que se distingue por ser el elemento más denso, el doble que el plomo.
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Es más, a diferencia del oro y en contra de lo que pudiera parecer, la joyería es un uso minoritario para el resto de los metales preciosos: solo el 27-35% del platino y el 21-26% de la plata (según las fuentes) se destinan a este fin, y únicamente un 2% del paladio, mientras que las aplicaciones industriales absorben el resto de la producción.
El mayor problema con los metales es su obtención. Como toda minería y aunque la industria trata de adoptar prácticas más sostenibles, la extracción y purificación de estos materiales es lesiva para el medio ambiente y genera gases de efecto invernadero (GEI), sin mencionar la explotación humana que en muchos casos rodea a estas actividades. Entre todos los metales preciosos, el oro es el que emite más GEI por su mayor volumen de producción. Pero en cuanto a emisiones relativas, el platino es mucho más contaminante: 40.000 kilos de CO2 por cada kilo de metal, frente a solo 16.300 para el oro. En comparación, el impacto climático de la plata es mínimo, con 104 kilos por kilo. Trasladadas las emisiones a un producto final, un anillo del mismo tamaño (aunque con pesos diferentes según el metal) produce 0,3 kilos de CO2 si es de plata, 64 si es de oro y 236 si es de platino.
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Este mayor coste ambiental del platino y su grupo se debe, según los expertos, a que estos metales se encuentran en concentraciones extremadamente bajas en el mineral, de partes por millón, por lo que debe recolectarse gran cantidad de material, procesado en refinerías más caras y complejas que a menudo usan tecnología propia.
Alternativas y soluciones frente al impacto medioambiental
Frente a esto, la solución es el reciclaje: el platino reciclado genera solo un 5% de las emisiones del procedente de la minería, y un 14% en el caso de la plata. Volviendo al ejemplo del anillo, el de platino reciclado solo emite unos 12 kilos de CO2, y el de plata apenas 42 gramos. Pero el reciclaje todavía es minoritario: solo el 26% del platino producido es de segunda mano, y menos aún en el caso de la plata, un 17%, aunque la producción de plata supera en casi 125 veces la de platino. Estas tasas aún no llegan a cubrir la demanda de la joyería: el reciclaje del platino genera unas 59 toneladas, frente a las 63 que se destinan a la fabricación de joyas; para la plata, el reciclado cubre 4.800 toneladas de las 6.000 que absorbe la joyería.
![BBVA-OpenMind-Yanes-Metales preciosos no tanto para el planeta_4 El reciclaje todavía es minoritario: solo el 26% del platino producido es de segunda mano y, en el caso de la plata, un 17%, aunque la producción de plata supera en casi 125 veces la de platino. Crédito: Remigiusz Gora/Getty Images.](https://www.bbvaopenmind.com/wp-content/uploads/2024/02/BBVA-OpenMind-Yanes-Metales-preciosos-no-tanto-para-el-planeta_4-300x188.jpg)
Es muy improbable que la minería vaya a desaparecer. Por ello y como apuntaba el experto en ciencias de la Tierra de la Universidad de Alberta Jeremy Richards, los metales deberían tratarse como irremplazables: si los precios del material de la minería se elevaran mediante acuerdos internacionales, se estimularía el consumo de metal reciclado, cuya recuperación mejora gracias a nuevos procesos. En la industria, por ejemplo en catálisis, existen proyectos que tratan de sustituir los metales preciosos por combinaciones de otros más abundantes, como cobre, hierro o manganeso. Y en cuanto al consumidor, buscar marcas de joyería que ofrezcan metal reciclado es la opción más responsable.
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