El cambio climático, la degradación de los ecosistemas y sus efectos negativos hacen necesario que reformulemos nuestro modelo de desarrollo. Consciente de ello, la Comisión Europea apuesta por hacer más sostenible la economía. El Pacto Verde Europeo o Green Deal aborda distintas líneas estratégicas para conseguirlo, y una de ellas es reorientar las inversiones hacia proyectos sostenibles. En este punto, es necesario disponer de criterios que determinen qué es y qué no es sostenible. La Taxonomía Europea aúna esos criterios
La Taxonomía Europea es un sistema de clasificación de actividades económicas ambientalmente sostenibles. Esta clasificación determina qué se considera sostenible y qué actividades lo son. Gracias a esta hoja de ruta los inversores tendrán más seguridad a la hora de invertir en actividades sostenibles. Además, ayudará a las empresas a planificar la transición hacia una economía alineada con los objetivos de Europa para 2030.
Criterios de clasificación de las actividades sostenibles
Para poder facilitar la clasificación de las actividades sostenibles se publicó el Reglamento sobre Taxonomía. Este establece seis objetivos ambientales.
En base a estos criterios, la Comisión ha elaborado una lista de actividades ambientalmente sostenibles. El grupo de expertos técnicos en finanzas sostenibles (TEG) decidió centrarse en aquellas actividades que pudiesen contribuir a la mitigación o adaptación al cambio climático. Por lo que la lista incluye una serie de actividades sostenibles y los criterios de selección de: contribución a la mitigación del cambio climático y no perjuicio al resto de objetivos. La lista incluye actividades como “la rehabilitación y restauración de los bosques, incluidas la reforestación y la regeneración de bosques de forma natural tras un fenómeno extremo” dentro de la silvicultura, o “el transporte de mercancías por ferrocarril” dentro de las actividades de transporte
¿Cómo medir el impacto positivo sobre la naturaleza?
Todos los objetivos de sostenibilidad de la Taxonomía Europea están relacionados, de una u otra manera, con la naturaleza. Si medimos el impacto positivo de nuestra actividad, podemos saber cuál es nuestra aportación a la naturaleza y a dichos objetivos. Para medir el impacto positivo de nuestros proyectos debemos seguir estos pasos:
Mediante el uso de indicadores y la comparación del indicador antes y después del proyecto podemos medir el beneficio ambiental que generamos. Pero también podemos ir un paso más allá: medir el retorno de la inversión de estas acciones. Con este análisis aumentamos la información que obtenemos de cada proyecto. Podemos saber cómo contribuye a los ecosistemas y el retorno económico para la compañía.
Gracias al análisis del impacto positivo de las acciones de tu organización puedes demostrar que tu actividad es sostenible y alejarte del Greenwashing. Puedes alinearte con los objetivos de la Taxonomía Europea y que las inversiones apunten hacia ti. Algunas consultoras ya tienen sus propias metodologías de valoración ambiental que pueden hacer que te alinees con la taxonomía.
Sandra Magro
Rocío Otero
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